miércoles, 21 de noviembre de 2007

Candiles.


Pequeñas luces que pueden iluminar
hasta el alma más escondida


En las costas acantiladas, me impresionan los grandes faros, allá en todo lo alto, bramando en la noche y extendiendo su poderosa luz que hasta la niebla abre. ¡Impresionantes!


Una tarde subí para mirar el mar sentada junto a uno, en el borde del acantilado.Llegaba la noche calmada y relajada. El faro callado, parecía más manso.


Bajo el acantilado, las barquitas faenaban, mientras la noche se les venía encima.Después, cuando la noche fue más cerrada, solo sus pequeños candiles parpadeaban tímidamente.


Me imaginé al pescador trabajando solo, movido por las incesantes olas, tirando sus redes a la luz del pequeño candil…


Y sentí, que algunas personas con las que me encuentro, son eso: Candiles . No faros majestuosos...si no pequeños e imprescindibles, candiles.


Están por todas partes, ayudando, dando sonrisas, poniendo algo cálido, sin grandes estruendos...


Pequeños y maravillosos candiles que andan por la vida con sus pequeñas lucecitas, iluminándola y llenándola de más VIDA.


Nos atraen más los faros, claro está.Pero a las personas "candiles” ¡¡¡¡¡¡¡Les debo tanto!!!!!!!!!!!!!!!




Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.


- El mundo es eso – reveló -. Un montón de gente, un mar de fueguitos.


Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos detodos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.



Me gusta esta idea de personas candiles,
es verdaderamente hermoso imaginarlas
reflejadas en el mar.
Los faros seducen,
todos quisiéramos ser faro,
pero lo importante es irradiar
sin que importe
el tamaño de la luz.

2 comentarios:

Siry Pérez dijo...

Todos somos Candiles, con la única diferencia que algunos se ocultan bajo la mesa, por eso no iluminan ni su vida ni la de los demás.
Que bonita la esperiencia junto al faro.

Anónimo dijo...

Siempre es un honor que alguien extienda la filosofía de lo que escribo.

Sólo los corazones abiertos pueden avanzar hacia un vibrar más puro y lleno de fuerza.
Todos llevamos un Dios hermoso dentro de nosotros: descubrámosle.
Un saludos a todos.
celeste.

Los amigos son como las estrellas, no siempre los vemos pero sabemos que siempre estan ahi .